lunes, 27 de junio de 2011

Silencio.




Recorría esa calle cada noche, pero mis manos seguían cerrándose con fuerza al pasar, un escalofrió tensaba mi espalda al pisar la única escalera que daba entrada a ese lugar.
No había luz en esa calle, las farolas rotas, parpadeaban iluminando tenuemente el suelo y dejando entrever el camino de mis pisadas.
El viento hacia susurrar a cada árbol, creando un sonido extraño, quizá demasiado extraño para ser real, pero demasiado real para ser un simple sueño.
Un sueño.
No tenía un destino claro, tampoco sabía que hacia allí, era todo muy curioso, como si mi vida se hubiera resumido a cruzar una calle y no recordara nada mas, excepto mi nombre, Jace.
 El médico llamo a Denise, esta estaba débilmente apoyada al respaldo de la silla del hospital y observaba tristemente a la gente pasar, esperando ver a su hijo aproximándose a ella. Hacía ya medio año que su hijo Jace había sufrido un accidente y el médico le informó de que las posibilidades de que despertara del coma eran mínimas, no tuvo mucho tacto al decírselo pero ella ya estaba satisfecha quería las cosas claras y no quería basarse en mínimas esperanzas.
Se acercó hasta la habitación de su hijo y lo contemplo un segundo, se sentó en el borde de su cama i le atrapó con fuerza la mano derecha, después las lagrimas surcaron su delgado rostro.
Un escalofrío hizo vibrar mi mano derecha, cerré los ojos y me concentré en huir de ese lugar, pero en lugar de eso, al abrirlos me encontré de frente con una chica, parecía asustada pero mis ojos debían tener una pizca de desesperación y de tristeza, que la hicieron confiar en mi.
Tenía el cabello negro y rizado, le caía por la cara en forma de muelles irregulares, sus ojos tenían un color verde parecido a las hojas después de la lluvia.
Ella no hablo, se limito a mirarme, era la primera persona que veía allí i era extremadamente bonita. Me acerqué, pero ella no retrocedió, le sostuve la cara contra mi mano y la besé.
Denise notó un leve movimiento en los parpados de su hijo, su corazón vibró a causa de una irremediable ola de esperanza.
Lo que notó con ese beso fué tan sincero que me transporto a otro mundo, me sentí como si hubiera nacido de nuevo, fué como una luz dentro del único oscuro sitio que conocía, dejé que mis ojos se cerraran.
La apreté contra mí pero algo sucedió, su cuerpo se evaporizo, abracé simplemente el aire que me rodeaba, temía abrir los ojos, no quería volver a estar solo, pero al abrirlos me encontré en una habitación iluminada, estaba muy confuso, una mujer  estaba a mi lado gritando mi nombre.
Me levante, la mujer lloraba y me miraba también confusa, yo buscaba a esa chica, recordaba el silencio de sus labios y esos ojos verdes.
Mi mundo daba vueltas, me fije en la camilla de al lado y abrí los ojos con fuerza, ella estaba allí, su pelo se mezclaba en su rostro y sus ojos estaban cerrados.
Me acerqué a ella la mujer me hablaba, no me importaba, entraron diversas personas vestidas de blanco, también hablaban, tampoco me importaban, en absoluto.
Me centré en ella y la besé, todos parecían escandalizados pero sus gritos no me molestaban, ahora se convertían en música en mi interior.
Abrió los ojos, y la miré, ella me miro en silencio, le sonreí.
Y ella me sonrió.

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