Hace tan solo dos días podíamos ver las calles teñidas de colores: rojos, blancos, rosas, azules...
Miles de rosas, cada una con diferente destino, en manos de chicas con una sonrisa en la boca, entre los brazos de ruidosas señoras luchando para que les compren una o entre los dedos de chicos esperando sorprender a su pareja.
Tonos alegres envuelven ese día, pero después esas rosas se marchitan entre su último suspiro de agradable fragancia. Una pena.
Al lado de las coloridas rosas, encontramos los libros, millones de letras y sentimientos, encerrados entre sus tapas, esperando que alguien los abra para ser libres, por fin.
Maravillosas historias, que no se marchitan nunca y que pueden cambiar tu manera de ver el mundo.
Bonito día, he pensado hoy mientras cerraba en su pequeña cárcel la historia que estaba leyendo, marcando su página previamente con una rosa marchita más viva que nunca.
oh! muy bonito. siempre acabas sorprendiéndome.
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