- Un momento, por favor.
En la triste inmensidad de esa sala me sentí como un punto que derramaba soledad, me habían dejado allí, sin solución, sin motivos para esperar ese momento, sin esperanza, sin nada.
Entonces supe que ya nadie iba a hacer ningún esfuerzo para salvarme, estirado en esa blanca cama, mi cuerpo se destruía en silencio por dentro.
Porque, un momento, ¿cuánto tiempo era? acaso eran unos segundos exactos, quizás minutos, incluso horas.
Un momento podía ser el escaso tiempo en que nuestro cuerpo se mojaba al estar debajo de la lluvia, pero esas gotas podían detenerse con el simple uso de un paraguas, haciendo ese momento más largo.
Un momento... Estúpidas palabras para oír antes de morir, me maldecía por no haber preguntado a la enfermera cuanto tiempo era para ella un momento, preguntarle si era de esas mujeres que necesitan un momento para mirar una tienda y acaban pasando allí toda la tarde.
Malditas palabras inciertas me dieron la muerte, la muerte esperando que alguien viniera, aunque quizás lo que había querido decir esa enfermera, era que esperara solo un momento más para dejar este mundo.
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