lunes, 19 de septiembre de 2011

felicidades.

Cuando empecéis a leer esto, pensareis; muy original, una historia de amor, como tantas y tantas se han escrito hasta ahora. Bonitas o no, cómicas, serias o sin sentido, qué más da.
Y probablemente paréis de leer, que mas da eso también. Lo más especial en una historia como esta, es que sea importante para dos personas, pero no dos personas cualquieras, todo lo contrario, dos personas complementarias, cada una con su vida guardada en un pequeño rincón de la vida y el cuerpo del otro. Cada una con miles de sentimientos encerrados en una mirada, en dirección a el otro… ¿otro? No, en dirección a ti.

Tantas cosas paso contigo, y tantas cosas más quiero pasar a tu lado, que un año más estando juntos me parece tan grande y bonito que nunca sabré decirlo con palabras.
Ya lo decía esa película, “lo más grande que te puede pasar es que ames y seas correspondido “ y lo más grande  de toda mi vida me ha pasado contigo.  Si piensas que exagero, corrígete, nunca mentiría en eso.
En mis recuerdos nunca se borrara el primer día en que me sonreíste y en que todas mis preocupaciones se volaron con ese simple gesto en tus labios, esa primera vez en que me senté a tu lado y me deje enamorar por tu voz y por ese dulce sonido de un piano. Justo allí escuchándote a ti, mis ojos parecían haberse rebelado contra mi conciencia y haber decidido no parar de mirarte, de imaginar e imaginar que esas canciones eran para mí, que tus labios moviéndose al ritmo de esa canción me besaban a mí. Y que felices eran esos sueños que pasaban fugaces por mi cabeza, sin que pudiera impedirlo.
Y que feliz soy de que esos sueños sean verdad.

En el fondo solo quería felicitarte pero se me ha hecho un poco largo, porque una simple felicitación me parece demasiado escasa para ti.

Y ahora solo me queda decirte gracias, gracias por estar conmigo y por aprender a quererme tal y como soy.
Ah! También me queda recordarte que seré un desastre en muchas cosas, ¡pero en quererte nadie puede alcanzarme!


Felicitats carinyo, t'estimo moltissim! (L)

martes, 12 de julio de 2011

Mar.

Brillante noche de luna amarillenta, olas silenciosas enterrando tus pies bajo la arena con un leve susurro, estrellas que observan tu cuerpo desnudo avanzando hacia estar cubierto totalmente, para acabar vestido de mar, de olas, de agua y de sal.
Con una fuerte aspiración capturas el aire de tú alrededor y flotas, allí, justo en medio de todo y de nada, entregándote a la luna y al cielo.
Y cierras los ojos y te dejas acariciar por las olas negras que se mezclan y se pierden en el cielo, negro también, con la única diferencia de pequeñas bombillas estrelladas mirando la gran belleza de la luna, triste.
Y estas allí tan cerca y tan lejos del cielo y el mar, con la extraña y preciosa sensación  de poder tocar los dos a la vez tan solo alargando la mano.
Y que libre y que limitada te llegas  a sentir.


jueves, 7 de julio de 2011

Obligaciones.

Obligaciones, pesadas obligaciones que te persiguen y no te dejan ser libre como quisieras; lavar los platos, hacer la cama, quitar el polvo, limpiar el baño, pasar la aspiradora…  ¡¿no veis que estoy aquí ocupada escribiendo esto?! ¿No podéis dejarme en paz de una vez y aprender a hacer algo por vosotros solos?
Pero no, las muy pesadas necesitan que sea yo quien los limpie, y los deje perfectos. Igual que unos zapatos no pueden viajar sin los pies, igual que un lápiz no puede dibujar algo maravilloso sin una mano, infinitos ejemplos de perfectas simbiosis.
Qué le vamos a hacer, llegara el día, en que yo también necesitaré ayuda y por mi sola no conseguiré hacer nada,  pero cuando llegue ese día, no me arrepentiré, no lo haré porque no pienso perder el tiempo ahora que puedo hacer todo lo que deseo.



Miedos.

Miedos que se funden entre tus músculos, que están allí, tuyos y de nadie más, que conviven con los placeres, con el valor y aparecen cuando menos los necesitas.
Temores, fobias y rarezas parecidas. Molestas y incordiantes, pero parte de nosotros.
En realidad que aburrida seria la vida sin ellos, sin el corazón corriendo  apresurado en nuestro pecho, sin nuestro cuerpo en alerta repentinamente y sin esas extrañas costumbres que nos ayudan a sentirnos seguros.
Quien no se ha sentido mejor con una fina sabana haciendo de caparazón, con todas las luces encendidas retando a la próxima factura, con cualquier rareza inútil pero efectiva según parece.
Porque los miedos llegan a ser horribles y bonitos a la vez, al ser superados, al vivirlos con valor.
Esos temores que nos forman y son parte de nosotros.


martes, 28 de junio de 2011

Molt trist em sembla.

Fa un temps vaig anar a Barcelona, i passant per les rambles vaig trobar-me amb el típic home religiós que no té res millor ha fer que anunciar la fi del món i dir que tots morirem d’aquí molt poc. De petita aquella gent em feia por, em deien en poques paraules: no has viscut res i moriràs d’aquí molt poc.
De petita pensava en com podia ser la mort, m’imaginava un món fosc sense pensaments, imaginava el meu cos neutre, immòbil i inservible ,però no imaginava on anava la meva ment  i al no poder saber que era la mort, plorava de ràbia.
La mort es una paraula tant natural com la vida, però la diferència entre les dues es molt clara: no sabem res de la mort , que comporta, que se sent...
Però ara he après a no pensar-hi, no dedicar-li ni un segon de la meva vida.
Va ser en aquell moment que em vaig acostar a aquell home i li vaig preguntar que pretenia estant allà, i l’ultima frase que li vaig dir abans de donar mitja volta va ser: si dius que la vida esta apunt d’acabar-se, aprofita-la i no la malgastis així.
No se perquè però em vaig quedar molt satisfeta amb la cara que va posar, espero que ara mateix estigui fent alguna cosa més interessant que posar-se al mig del carrer amb una pancarta i proclamar la fi del món a crits. 




lunes, 27 de junio de 2011

Silencio.




Recorría esa calle cada noche, pero mis manos seguían cerrándose con fuerza al pasar, un escalofrió tensaba mi espalda al pisar la única escalera que daba entrada a ese lugar.
No había luz en esa calle, las farolas rotas, parpadeaban iluminando tenuemente el suelo y dejando entrever el camino de mis pisadas.
El viento hacia susurrar a cada árbol, creando un sonido extraño, quizá demasiado extraño para ser real, pero demasiado real para ser un simple sueño.
Un sueño.
No tenía un destino claro, tampoco sabía que hacia allí, era todo muy curioso, como si mi vida se hubiera resumido a cruzar una calle y no recordara nada mas, excepto mi nombre, Jace.
 El médico llamo a Denise, esta estaba débilmente apoyada al respaldo de la silla del hospital y observaba tristemente a la gente pasar, esperando ver a su hijo aproximándose a ella. Hacía ya medio año que su hijo Jace había sufrido un accidente y el médico le informó de que las posibilidades de que despertara del coma eran mínimas, no tuvo mucho tacto al decírselo pero ella ya estaba satisfecha quería las cosas claras y no quería basarse en mínimas esperanzas.
Se acercó hasta la habitación de su hijo y lo contemplo un segundo, se sentó en el borde de su cama i le atrapó con fuerza la mano derecha, después las lagrimas surcaron su delgado rostro.
Un escalofrío hizo vibrar mi mano derecha, cerré los ojos y me concentré en huir de ese lugar, pero en lugar de eso, al abrirlos me encontré de frente con una chica, parecía asustada pero mis ojos debían tener una pizca de desesperación y de tristeza, que la hicieron confiar en mi.
Tenía el cabello negro y rizado, le caía por la cara en forma de muelles irregulares, sus ojos tenían un color verde parecido a las hojas después de la lluvia.
Ella no hablo, se limito a mirarme, era la primera persona que veía allí i era extremadamente bonita. Me acerqué, pero ella no retrocedió, le sostuve la cara contra mi mano y la besé.
Denise notó un leve movimiento en los parpados de su hijo, su corazón vibró a causa de una irremediable ola de esperanza.
Lo que notó con ese beso fué tan sincero que me transporto a otro mundo, me sentí como si hubiera nacido de nuevo, fué como una luz dentro del único oscuro sitio que conocía, dejé que mis ojos se cerraran.
La apreté contra mí pero algo sucedió, su cuerpo se evaporizo, abracé simplemente el aire que me rodeaba, temía abrir los ojos, no quería volver a estar solo, pero al abrirlos me encontré en una habitación iluminada, estaba muy confuso, una mujer  estaba a mi lado gritando mi nombre.
Me levante, la mujer lloraba y me miraba también confusa, yo buscaba a esa chica, recordaba el silencio de sus labios y esos ojos verdes.
Mi mundo daba vueltas, me fije en la camilla de al lado y abrí los ojos con fuerza, ella estaba allí, su pelo se mezclaba en su rostro y sus ojos estaban cerrados.
Me acerqué a ella la mujer me hablaba, no me importaba, entraron diversas personas vestidas de blanco, también hablaban, tampoco me importaban, en absoluto.
Me centré en ella y la besé, todos parecían escandalizados pero sus gritos no me molestaban, ahora se convertían en música en mi interior.
Abrió los ojos, y la miré, ella me miro en silencio, le sonreí.
Y ella me sonrió.

viernes, 24 de junio de 2011

Mirar.

Como me gusta observar, percatarme de pequeños e importantes detalles que ocurren a mí alrededor, pero sobretodo, como me gusta mirar atrás.
Darme cuenta de todo lo pasado, que parece tanto y tan poco comparado con lo que quiero vivir, desear y expresar. Tan y tan poco…
Siento que nuestro corazón y con él todo nuestro cuerpo, esta reducido a un pequeño reloj de arena con cada partícula contada, imperturbable y destinada a cruzar el límite que la separa del presente al pasado.
Que rabia me da ese control, pero sobretodo, que rabia me da tener tantos relojes a mi alrededor, alertándome, diciéndome que llego tarde, que no me queda mucho tiempo para disfrutar, que se acaba la noche y llega el día, que se consume la luz y llega la oscuridad.
Le cambiaria la hora a todos y cada uno de los relojes del mundo, creando el caos, la gente impuntual, las comidas en horarios extravagantes, las noches con Sol y los días con luna.
Pero lo que más me gusta es mirar atrás cuando acabo de dejar a una persona importante irse por un camino distinto al mío,  mirar sus pasos, la energía que desprende su cuerpo, su humor y los posibles cambios que yo haya producido en el.
Como me gusta mirar atrás.