Brillante noche de luna amarillenta, olas silenciosas enterrando tus pies bajo la arena con un leve susurro, estrellas que observan tu cuerpo desnudo avanzando hacia estar cubierto totalmente, para acabar vestido de mar, de olas, de agua y de sal.
Con una fuerte aspiración capturas el aire de tú alrededor y flotas, allí, justo en medio de todo y de nada, entregándote a la luna y al cielo.
Y cierras los ojos y te dejas acariciar por las olas negras que se mezclan y se pierden en el cielo, negro también, con la única diferencia de pequeñas bombillas estrelladas mirando la gran belleza de la luna, triste.
Y estas allí tan cerca y tan lejos del cielo y el mar, con la extraña y preciosa sensación de poder tocar los dos a la vez tan solo alargando la mano.
Y que libre y que limitada te llegas a sentir.